La polisomnografía es una prueba diagnóstica que se utiliza para evaluar y estudiar los trastornos del sueño. Durante este procedimiento, se registra y monitorea la actividad fisiológica del paciente mientras duerme. Es una herramienta clave para obtener información detallada sobre los patrones de sueño y los posibles problemas que puedan estar afectando la calidad del mismo.
La polisomnografía se lleva a cabo en un laboratorio del sueño, donde el paciente pasa la noche para ser observado y monitorizado. Durante el estudio, se registran múltiples parámetros fisiológicos, como la actividad cerebral (mediante electroencefalograma), el movimiento ocular (mediante electrooculograma), la actividad muscular (mediante electromiografía), la frecuencia cardíaca, la respiración, la saturación de oxígeno y los ronquidos.
Los electrodos y sensores se colocan en diferentes partes del cuerpo para recopilar esta información. Los datos recopilados se registran y se analizan posteriormente por especialistas en medicina del sueño. Estos profesionales revisan los resultados de la polisomnografía y buscan patrones anormales que puedan indicar trastornos del sueño, como la apnea del sueño, el síndrome de piernas inquietas, los trastornos del comportamiento durante el sueño REM, entre otros.
La polisomnografía permite obtener una visión completa de la actividad fisiológica durante el sueño, lo que ayuda a realizar un diagnóstico preciso. Los resultados de la prueba ayudan al médico a determinar el tratamiento más adecuado para cada paciente, ya sea mediante cambios en el estilo de vida, el uso de dispositivos de terapia del sueño (como la terapia de presión positiva continua) o la cirugía.